Solo y Amargo. Así se llama el nuevo espectáculo con el que el bailarín y coreógrafo está recorriendo la geografía española. La expresión, el movimiento y la quietud, la pasión, el sentimiento, y a fin de cuentas el arte y la danza adquieren el calificativo de sublimes cuando Rafael Amargo las crea en el escenario. El más puro flamenco pero traspasando sus propios límites y buscando nuevas formas del movimiento. A medida que el espectáculo avanza, lo hace también la genialidad de las coreografías y los movimientos, así como la intensidad de lo que transmite. Pero no se trata del ascenso hasta un único clímax sino la sucesión de varios, uno tras otro. Rafael, bailando él solo bajo la luz de un único cenital llena el escenario e incluso la sala entera, convirtiendo una tarde de danza en una tarde de emoción. Duelen las manos de aplaudir.
Y pongo en duda el nombre de este espectáculo, sin querer desprestigiar el sentimiento que transmite; ya que ni SOLO porque está acompañado de estupendísimos músicos que hacen su danza aún más espléndida; ni AMARGO porque como buen andaluz es cercano y salao', no solo durante el espectáculo sino también a nivel personal como tuve la suerte de comprobar gracias a mi tío Santiago y a su amigo Julián.
En conclusión, una experiencia extraordinaria que espero poder repetir.
